Datos sobre la historia de Marruecos

Marruecos

Existen pruebas de que la zona que hoy ocupa Marruecos ha estado habitada desde tiempos inmemoriales; una de ellas fue el descubrimiento del llamado Hombre de Rabat, perteneciente a la rama Neardenthal. Las primeras referencias históricas nos llegan desde el siglo XII a.C., cuando los fenicios comenzaron la colonización de estas costas mediante el asentamiento de pequeños enclaves comerciales. Tras la derrota de Cartago por parte de las legiones romanas, allá por el año 140 aC., comenzamos a tener más noticias sobre la historia de Marruecos.

Esta región estuvo durante varios siglos bajo el dominio de Roma, hasta el año 429. Curiosamente, los romanos pensaban en lo bereberes como en unos seres indisciplinados y difíciles de gobernar. Con la llegada de los vándalos y la conquista de Marruecos, los bereberes tomaron una trascendental decisión que se mantiene hasta nuestros días, se convirtieron en nómadas. Esta decisión fue impulsada por la crueldad con la que fueron sometidos por las tribus vándalas, y dejó tanto a romanos como a bereberes fuera del juego. Pero la ocupación de los vándalos no duró mucho, siendo derrotados en el año 533 por Belisario.

Durante el siguiente siglo apenas se supo sobre lo que ocurría en Marruecos, hasta que llegó a estas tierras un nuevo mensaje divino, el Islam había llegado, siendo Sidi Okba Ben Nafi el primero en promulgarla en la región.

Uno de los descendientes del profeta Mahoma, Idriss Ben Abdulá, era miembro de los rebeldes que se manifestaban en contra del ilegítimo (según ellos) gobierno de los califas abbasies. Cuando los rebeldes fueron aplastados por las tropas del califa Harum el Rashid en el 786, Idriss logró escapar con uno de sus esclavos y consiguió llegar hasta Marruecos, donde fue nombrado jefe (gracias a su cultura y su sentido de la justicia). Cuando Harum supo del nombramiento, mandó envenenar al nuevo líder en el 791, pero no antes de que pudiera engendrar a su heredero. Idriss II fue tanto el comienzo como el final de su dinastía, ya que a su fallecimiento tuvo que repartir sus tierras entre los diez hijos que tenía, lo que supuso un importante debilitamiento político y de cohesión social.

La llegada de El Morabitum, un movimiento religioso fundado por el bereber Yussef Ben Tashfin (que conocemos como Almorávides) fue el impulsor de la fundación oficial de la ciudad de Marraquech en el año 1060, tras lo cual conquistaron Fez y luego partieron hacia la Península Ibérica, conquistando a su paso las taifas (pequeños reinos) de Córdoba, Sevilla, Badajoz, Zaragoza y Valencia. La extensión de sus conquistas fue quizá la causa de que no pudieran mantenerlas durante mucho tiempo.

Otro periodo de gran expansión y gloria para los bereberes llegó con Ben Turmet, a quien se conocía como La Antorcha y cuyos seguidores fueron bautizados como los Almohades. Tras su fallecimiento en el 1130, había logrado reunir a un gran grupo de tribus bereberes, así como conquistar Fez, Marraquech y la práctica totalidad del territorio marroquí, superando las conquistas de sus predecesores almorávides. Su hijo, Yacub Yussef (apodado Almanzor o El Mansur, que significa el Victorioso), reinó durante la época de mayor esplendor político, cultural y territorial de su dinastía (entre los años 1160 y 1210).

Tras la «reconquista» de la Península Ibérica, la mayoría de musulmanes y de judíos se vieron obligados a refugiarse en Marruecos de las persecuciones de los españoles y de la inquisición. Las persecuciones, la creciente anarquía y las expediciones punitivas españolas y portuguesas hicieron del siglo XV uno de los peores para los pueblos bereberes.

Durante el renacimiento las cosas parecieron mejorar para los bereberes. La tribu de Beni Saad, que había arribado a Marruecos en el silgo XII, terminó por fundar la dinastía árabe y conquistar Marruecos en el año 1525, también derrocaron a los wattasíes en 1557 y consiguieron aniquilar al ejército portugués en la Batalla de los Tres Reyes en 1578. No contento con acelerar la caída de las colonias portuguesas en África, se dispuso a hacerse con las minas de oro que poseían los Sonrai, cuyo imperio fue reducido a cenizas. Con el oro en sus manos, la dinastía saadí pudo comenzar una nueva etapa de relaciones exteriores con Inglaterra, proponiendo una alianza en contra de los españoles.

Llegados ya a la segunda mitad del siglo XIX, vemos a Marruecos en el punto de mira de Francia, Alemania, Gran Bretaña y España, por ser de las pocas regiones africanas que aun no estaban dominadas por un sistema colonial extranjero, siendo finalmente repartida entre España y Francia. Curiosamente, a España le tocó la peor parte. La ocupación hispano-francesa no se produjo de forma pacífica, y los levantamientos populares y ataques de grupos de guerreros bereberes, que se prolongaron hasta el año 1934, marcaron con sangre la mayor parte de este periodo.

Cuando se proclamó la independencia de Marruecos en el año 1956, Sidi Mohamed Ben Yussef pasó de ser sultán a ser rey, conocido desde entonces como Mohamed V, lo que también marcó el inicio del fin de la ocupación de Marruecos por españoles y franceses. El rey Hassan II, que fue coronado en el año 1961, reinó en Marruecos hasta su fallecimiento en 1999.

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