Los muros y las puertas de la ciudad de Marrakech
Una de las visitas más interesantes que puedes hacer en Marrakech es una recorrida a lo largo de los muros que rodean la medina, o ciudad vieja. Los que ya han hecho la experiencia, aconsejan no tratar de hacer todo el camino a pie, porque resulta muy cansador y, a veces, molesto porque está bordeado por las calles principales, de mucho tránsito. En cambio, es mejor visitar las puertas una por una, o bien tomar un tour en coche (que aquí llaman calèche) que te paseará a lo largo de toda la muralla.
Conviene hacer un poco de historia, para entender mejor las construcciones que vas a conocer.
Hacia el año 1120, bajo el reinado del sultán almorávide Alí Ben Yussef, los almohades del sur amenazaban atacar Marrakech, entonces el sultán decidió construir una fortificación en torno a la ciudad como defensa y protección. La muralla se hizo de barro, mediante un procedimiento conocido como pisé, por el cual adquiere una dureza de ladrillo al secarse.
El característico color rosa rojizo se debe a pigmentos contenidos en la tierra del lugar. Tenía más de 9 metros de altura, y formaba un circuito de 10 km, jalonado por unas doscientas torres y veinte puertas.
A través de la historia, esta muralla (como otras en otros países y distintas épocas) se mostró ineficaz para contener a los atacantes, y su valor ornamental resultó superior al funcional. Durante el siglo XX se introdujeron numerosos cambios para adaptar el espacio a los vehículos a motor, pero los muros se mantienen prácticamente intactos.
Echemos un vistazo a algunas de las puertas:
La de mayor belleza es la “Puerta del Gnawa”, Bab Agnau, erigida durante el reinado del sultán almohade Yacub El Mansur. Es la única de piedra.
Bab El Rob: era la puerta sur original de la ciudad. Hoy el edificio de la entrada está ocupado por un negocio de alfarería, y todo el tránsito peatonal y de coches pasa por una abertura en el muro hecha en tiempos modernos.
Bab Doukkala: magnífica, construida por los almorávides en el siglo XII, ha quedado aislada de los muros, debido al planeamiento urbano del siglo XX. Los cavernosos recintos interiores pueden ser utilizados para eventos.
Bab Debbagh: puerta de acceso a las curtiembres, y cuando está abierta se puede subir por una escalera interna a la parte superior desde donde se obtiene un espléndido panorama de la ciudad.
Bab El Khemis: puerta más al norte, es la más decorativa, con un semicírculo de molduras en forma de estalactitas haciendo un arco sobre el camino de entrada.
Los Siete Santos: son siete torres de piedra, fuera de los muros, cada una con un árbol en la punta. Este conjunto gigantesco es un homenaje a los siete santos de Marrakech.
Dar el Haura: al oeste de los Jardines del Agdal, es una curiosa fortaleza que solía utilizarse como guarnición para la caballería, y la rampa para los caballos permanece intacta hasta el día de hoy.
Foto: Wiki Commons

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