Uezán, ciudad santa de dos religiones
Uezán, conocida también como Ouazzane, Ouezzane, Wazan o Uessen, es una ciudad pequeña situada al norte de Fez, justo al sur de las montañas del Rif, sobre la misma ruta que va de Meknès a Chefchauen.
Hacia mediados del siglo XV encontraron refugio en el lugar los judíos españoles que llegaban huyendo de las persecuciones en España, y establecieron una convivencia armónica con los musulmanes que gobernaban la región, conservando cada comunidad su religión y tradiciones; convivencia que duraría varios siglos.
Uezán tiene una pequeña medina; la mitad sur de la ciudad constituye la antigua zona judía y tiene un aire andaluz por la arquitectura de sus casas con balcones que conservan sus tradicionales tejas.
Cada una de las comunidades religiosas tiene en Uezán un motivo para considerarla ciudad santa. Los judíos marroquíes veneran a Imran ben Diwan, rabino del siglo XVIII que vivió en la ciudad, y cada año realizan peregrinaciones para visitar su tumba, de la cual se cuentan leyendas milagrosas. El famoso rabino y otros judíos están enterrados en un cementerio en el exterior de la ciudad en la zona llamada Azjem.
En el mundo islámico Uezán es conocida como capital espiritual importante para el Sufismo; se la conoce también con el nombre de Dar Dmana. Los bereberes o Imazighen de la zona consideran a Uezán una de las ciudades más santas de todo Marruecos. Tienen un shreef, considerado hombre santo y tratado con sumo respeto; el shreef vive fuera del centro de la ciudad, en un santuario rodeado de jardines.
Desde que la población judía de la zona se fue reduciendo hasta casi desaparecer, se dice que el Shreef asume la carga total de la vida religiosa de la región. Cualquier problema civil o moral que sobrevenga, es él quien interviene como mediador religioso del pueblo y es él quien en definitiva dirime la cuestión.
Una historia curiosa que circula en la región sucedió a fines del siglo XVIII, cuando el Shreef Si Abselam se casó con una inglesa cristiana, Emily Keene, a raíz de lo cual abandonó sus votos musulmanes. Su divorcio y nuevo matrimonio ocasionaron gran tensión entre los habitantes de la ciudad, que dejaron de considerarlo el líder puro y moral de antaño. Para colmo, se volvió adicto al alcohol y al kif (cannabis, también llamado haschich o marihuana). Emily Keene se quedó en Marruecos hasta su muerte, cuando fue trasladada a la iglesia cristiana de San Andrés, en Tánger, para sus funerales. Su tumba es una atracción popular turística.
Sin ser espectacular como otros lugares de Marruecos, esta pequeña ciudad merece ser visitada, entre otras cosas, porque da testimonio histórico de cómo distintas culturas pueden compartir una ciudad en armonía y respeto mutuo.
Foto: Lexicorient

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