El valle del Draa, a orillas del desierto

Zagora y Valle del Draa

El Valle del Draa es un largo oasis de más de 100 kilómetros, bordeado por palmeras datileras, que va desde Ouarzazate hacia el sur llegando al desierto de Sahara. En otra época, las aguas del río Draa seguían hacia el oeste hasta el Atlántico; en la actualidad, toda esa zona está completamente seca.

Es en este lugar donde se asentó el legendario reino hebreo durante el período del segundo templo de Jersualem. Los judíos habían habitado el valle superior desde al menos el siglo VIII, cuando fueron derrotados por el primer sultán de Marruecos, Idriss I.

Los judíos se refugiaron entonces en el Valle del Draa, donde las tribus bereberes se mantenían independientes del sultán, y posiblemente buscaron unirse a otros grupos bereberes que ya se habían convertido al judaísmo. El Draa fue un centro de civilización judía durante varios siglos.

A lo largo del Draa aparecen las palmeras como una sola enorme plantación, de unos 20 metros de ancho a cada orilla del río, antes de que el desierto domine el paisaje. Durante todo el trayecto, pequeños sistemas de irrigación aseguran la supervivencia de estas plantas, que es asunto de la mayor importancia pues la población vive de sus frutos. De tanto en tanto, ciudades pequeñas que parecen detenidas en el tiempo; mujeres con sus rostros ocultos tras el velo y vestidas de diferentes maneras entre una ciudad y otra, y que no se dejan tomar fotos fácilmente.

A partir de Zagora se entra en el verdadero desierto, aunque paulatinamente. una duna aparece entre las piedras en algunos lugares, y uno se pregunta si es real o no; en verdad, hay que llegar hasta M’hmid y luego caminar varios kilómetros antes de que las dunas interminables cubran el horizonte en su totalidad.

Una experiencia fascinante es hacer el recorrido a lomo de camello; nos parecerá retroceder en el tiempo hasta la época en que las caravanas cruzaban el desierto para realizar el intercambio comercial entre Marrakech y las ciudades del Sahara. Es un mundo de casas pequeñas, de fortificaciones, de castillos bereberes como el de Kasbah, y fuertes abandonados por las legiones extranjeras.

El feliz viajero que lleve a cabo este proyecto deberá ser muy cuidadoso de tomar las precauciones que se le recomendarán, ya que el sol es muy fuerte en el desierto, aún en invierno, y existe el peligro de las tormentas de arena. Lo principal será llevar mucha agua.

Foto: Picasaweb

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Categorias: Naturaleza en Marruecos


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