Fez, capital cultural de Marruecos

Fez

Tres veces capital de Marruecos, llamada «La Atenas de Africa», sede de Karaouine, la primera universidad del mundo fundada en el siglo IX, anterior a la Sorbona de París o a la de Oxford en Inglaterra, reina del azul de cobalto, ciudad secreta, Fez sorprende y agobia con su febril movimiento.

Con financiamento del Banco Mundial y la ayuda de fundaciones y universidades del mundo entero, ha estudiado los 850 acres de la Medina, un verdadero panal de casas blanqueadas a la cal, y ha logrado inventariar más de trece mil edificios históricos y restaurar al menos doscientos cincuenta.

El casco antiguo fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1981 y es el mayor y más antiguo del país; aquí podremos ver calles abarrotadas de gente, puestos de venta de todo lo imaginable y una diversidad cultural impactante.

Luego de recorrer ese entramado de callejuelas, patios y pasajes llegamos a la Medersa Bou o Madrasa Bou Inania, donde funciona el Museo de Artes y Oficios de la Madera; es una escuela del siglo XIV cuidadosamente restaurada por artesanos de la madera que cincelan delicadamente la madera del cedro. Las paredes del patio están decoradas con miles de pequeños mosaicos de color verde, y el patio está embaldosado con mosaicos de color tostado y blanco, decorados con estrellas de ocho puntas, las figuras hexagonales y galones en miniatura al estilo meriní, que fue traído por los moros expulsados de España; representa el apogeo del arte y la arquitectura marroquí y se caracteriza por no dejar un centímetro sin decorar.

El barrio a la salida de la Medina tiene un estilo colonial francés, con sus echos de tejas de los talleres de Abdelatif Benslimane, que fue un próspero comerciante y actualmente el negocio es llevado adelante por la séptima generación de la familia fabricando tejas artesanales.  Una visita al taller nos permitirá ver cómo los artesanos cortan los azulejos; hay hasta trescientas cincuenta formas de crear mosaicos.

Otros lugares que no se deben dejar de visitar en Fez: las curtiembres de Fez el Bali, el barrio andalusí, el Museo Dar Batha, las murallas de la ciudad y las tumbas meriníes.

Si la idea es comer algo, se puede elegir algún lugar donde probar la tradicional entrada marroquí, compuesta por decenas de platillos entre los que no deben faltar los tomates a la miel, o algunos de los restaurantes que funcionan en casas y no son fáciles de encontrar, pero donde se puede saborear la típica cocina marroquí en un ambiente familiar, con ensaladas, tajine y naranjas con canela, todo servido en la vajilla azul típica de la ciudad.

Foto: Fotopaises

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